Memorias de una sombra.Capítulo cinco. Sueño entre piedra.
(Como ya has visto en el título, este no es el primer capítulo, yo que tú pasaría por el "historial" lo tienes a la derecha de la página, y busca la entrada anterior, o anteriores, si te sirve de ayuda la primera es la del 4 de enero y nada, a leer)
(Como ya has visto en el título, este no es el primer capítulo, yo que tú pasaría por el "historial" lo tienes a la derecha de la página, y busca la entrada anterior, o anteriores, si te sirve de ayuda la primera es la del 4 de enero y nada, a leer)
Capítulo cinco. Sueño entre piedra.
-¡Mañana nos volveremos a ver!- grité.
Y nada respondió.
-A no ser que estemos muertos- me auto respondí.
Salté del muro hacia abajo y corrí hacia los dos enanos. Me
miraron inmediatamente. Comencé a
recoger unas cuantas cosas que tenía repartidas por “el campamento” y me las
guardé en la bolsa de cuero colgándomela en el hombro.
-Nos vamos, si al menos queréis seguir vivos- Les dije
decidido.
Ambos dijeron que sí y recogieron lo poco que tenían.
Vamos caminando hacia el centro por las callejuelas
ensangrentadas, en silencio. Necesitamos algo de comer para el largo camino, y
no podemos salir por el lugar en el que estamos, no quiero que me vea ella.
Ahora siento por ella una mezcla de rabia, ira, odio, y sobre todo, un puñetero
amor.
Pegados a la pared seguimos avanzando en fila, de uno en
uno, mirando al suelo para no pisar ninguna rata o cualquier otra cosa no muy
agradable. Conforme avanzamos hacia el centro, mayor es la vigilancia, en
teoría somos aliados, amigos, pero me da a mí que no, no sé si es por esas
caras de amargura indefinida, por esas relucientes armaduras que nunca nadie de
aquí ha visto, o por esas afiladas armas que empuñan. Desde luego no parecen de
los nuestros, todos bien alimentados, algunos incluso demasiado, limpios, no,
definitivamente no tengo nada que ver con ellos.
Avanzamos poco a poco y llegamos a una casa en el centro.
Enfrente nuestro, nuestra salida, donde
más gente hay. Quizás salgo por ahí porque soy un suicida, porque me gusta el
riesgo o porque estoy loco simplemente. Subimos al tejado y organizamos las
guardias, le toca a uno de los enanos
primero y luego a mí. Por fin, descanso.
Acomodo una tela en el suelo a forma de almohada, me quito
el cinto con la espada, dejo el carcaj a un lado, apoyo la lanza en la pared y
me siento en el suelo, que, aun siendo de baldosa y no de piedra, es frío, pero
por lo menos está seco. La cabeza se me inclina prácticamente sola, y me duermo
en mis pensamientos.
"Hay una fuente en
medio, el agua es lo único que se escucha, a lo lejos, se escucha la voz de
alguien, es una voz dulce, pero no entiendo que quiere decir. Sigue hablando,
pero el agua hace que no entienda nada. Se acerca a mí, me mira a los ojos y
mantiene la mirada por unos segundos. Se pega a mí, cada vez más, y más, y más.
Se acerca tanto que siento que la toco aunque apenas la roce. Me intento
acercar esa corta distancia que queda pero del cielo cae un cristal que se
clava por su espalda haciéndola quebrarse en mil cristales rojos de los que
brota sangre. Uno de ellos termina en mi pecho rasgándome la piel."
Una explosión rompe parte del muro de nuestra casa, me
despierto sobresaltado. El cielo ya no es negro, es rojo, cubierto de cenizas.
Una lluvia de rocas enemigas incandescentes cae sobre nosotros y por suerte no
encima nuestro. El paraje es más
desolador de lo habitual, niños corriendo, hombres y mujeres desangrándose y
peleando como pueden, algunas violadas tristemente. Nunca vi nada igual, mis
ojos se llenan de algo transparente, pequeño, un líquido que expresa tus
emociones, las lágrimas.
-Vale ahora ¡Vámonos enanos!- grito despertándolos.
-Hay que irse o nos calcinarán o cortarán la cabeza para sus comidas-
Corro a las escaleras, o lo que eran, ya que solo unos
peldaños quedan en pie. Bajo corriendo por culpa de los gritos que me asustan.
Voy bajando pero una roca cae encima de mí destrozándome entero y dejándome
bajo escombros.
Uno de los dos cae derrumbado por culpa de la agitación y el
otro recibe un flechazo de una andanada.
La vista comienza a nublarse, los ojos van cerrándose, los
músculos se relajan, me entra sueño, uno de los más rápido que he tenido hasta
ahora.
…
Una mano me sujeta del brazo y comienza a tirar.
Shadow
Shadow